DE HIELO
Ser estatua de hielo es el deseo,
no tener corazón al que dañar
ni cariño o ternura que arañar,
parecer atracción en un museo.
Un cuerpo convertido en coliseo
con la sombra escondida en un cañar,
el cerebro incapaz de restañar
el dolor de sentir que fue trofeo.
El alma no se calma en la penumbra,
necesita olvidar, nacer de nuevo,
dar una vuelta al sol y ver que alumbra.
Ya el hielo se derrite en el relevo
del tiempo, la primavera se encumbra
en la fresca enramada del acebo.
La Reyna Roja
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