DE VUELTA A CASA
Finalizó otro día de trabajo,
me espera la jornada de regreso
perdido hora y medía
como un preso,
bajo tierra en el metro cabizbajo.
Me adentro embelesado en las historias
del libro que me eleva sobre el suelo ,
perdida entre las letras subo al cielo
borrando mis locuras transitorias.
Una canción al fondo del vagón
me saca de mi mundo de las letras;
música de Sabina, en mi concentras,
haciendo que te preste mi atención.
Terminas imitante su canción,
con un, perdónenme si he molestado
y si al contrario, ha sido de su agrado
ayúdenme, gracias, de corazón.
Si pueden aportarme una
moneda
y si no, simplemente una sonrisa,
que será como una suave brisa,
para este pobre músico que rueda
de estación a estación para cantar.
Su sonrisa brillaba como el sol
en la laguna negra de su cara
cuando mi mirada cruzó el umbral
de su boca, mi risa ya saltaba.
Las lágrimas resbalan por mi cara
escuchando de nuevo lo que hablara,
despertó mi conciencia que callaba.
Se despidió contando que a su madre
le dijo que hacia España se venía,
que sabía que trabajo no había
cantar en el metro, "sería padre".
Ella le contestó. -No olvides reír
que no te borre el mundo la sonrisa,
la vida se hace dura sin su brisa
y a la crisis hay que hacerla sonreír-.
Un aplauso arrancó de nuestras almas;
su guitarra se llenó de sonrisas
y en mi dejó clavadas muy concisas
sus palabras, sembrando en mi la calma.
Me sirve su sonrisa como escudo
cuando se abran mis puertas del deseo,
por algo terrenal que no poseo
pensaré en mi suerte, ¡tengo el mundo!
Él, con solo una guitarra y su garganta
es más feliz que yo teniendo todo.
Una pregunta busca en mi acomodo.
¿Por qué sigo deseando tener más?
La Reyna Roja
No hay comentarios:
Publicar un comentario