VACÍO
La espada en tu cabeza fue estandarte,
nos vino acompañando acechadora
la muerte, que te sigue a todas partes.
Despiertos esperábamos la aurora,
viendo el amanecer y así enseguida
dar comienzo otro día sin demora.
La parca vigilaba cruel tu vida,
un nuevo despertar dejó tuvieras
y mi nombre decir por despedida.
Mi boca te rogaba que volvieras,
de tu aliento final, bebí los besos,
tu vida se apagó sin que me oyeras.
Vacíos de tus risas ya mis huesos,
cansados los sentidos sin tenerte,
la vida continúa sin progresos,
atrás quedó mi mundo con tu muerte.
La Reyna Roja
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