PÁRAMO PERDIDO
Desperté con el frío atenazando
mi cuerpo, que seguía dormido,
en mi cama la noche iba medrando
y de mi boca el aire se había ido.
En mi alma, un huracán se iba formando,
perturbando su fuerza mi sentido;
ya despierta yo te seguía buscando
por la senda del páramo perdido
de la densa espesura de mi lecho.
Mi cuerpo ahora está triste y vacío,
la noche de mi vida se ha adueñado
y la llama que un día hubo en mi pecho,
el viento huracanado, en el umbrío
y solitario páramo ha apagado.
La Reyna Roja
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