LA HORA DEL CREPÚSCULO
(NO A LA GUERRA)
Ya la hora del crepúsculo ha llegado
cubriendo con sus sombras los senderos,
la tierra de cenizas se ha llenado
y los campos sembrados de agujeros,
rebosan rojos gritos quejumbrosos
de miles de gargantas de corderos
rotas por los deseos
caprichosos
del corazón de un lobo despiadado
henchido en sus egos tenebrosos.
Del poder de la muerte se ha blindado
dejando las llanuras arrasadas,
las ciudades en suelo descarnado.
Sin pundonor se bate con espadas
contra las manos bancas y vacías
de libertad, justicia deseadas.
Piden en tus cantares de osadía,
un techo que los tape de ese cielo
del cual llueven racimos de herejías
arrasando los campos y su suelo,
deshojando la vida de inocentes,
robándole la paz al pobre abuelo.
El oro que codician tan fervientes,
es un líquido negro como el alma
de gobiernos corruptos e indecentes.
Por ellos el planeta muere en calma,
se arrancan las entrañas a la tierra,
se borran los quejidos y se ensalman
con rezos y misiles de la guerra.
Ya las rosas marchitan sin sentido
porque el odio que un loco las entierra.
La Reyna Roja
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