ROMA (Silva)
Roma, entras al alma como duende,
museo sin techumbre
de historia y de belleza, que en mi prende,
mis pies beben descalzos de tu suelo,
y mis ojos devoran tu belleza,
te miro y veo el cielo
tus estrellas brillando. ¡Qué grandeza
poder leer tu ayer!,
volando por el tiempo de tus ruinas
escuchar gladiadores en el coso
y gritos del gentío.
La ruta de tu vida me iluminas
con rito religioso
y un callejón emboca
a la Plaza de Trevi y su fontana:
Allí quisiera yo, morir mañana.
La Reyna Roja
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