Por ser fiel al ardor de tu impaciencia
soborné con desprecio a la esperanza,
prendí la desnudez sin enseñanza
y olvidé la moral en la existencia.
Prostituyo mi cuerpo a la insistencia
que tú dueño reclamas como alianza;
migajas de eufemismo y desconfianza
escritas en el marco de la ausencia.
-Como esclava,- perdono tus excesos
y envuelvo con demencia la ternura,
sin observar la oscuridad siniestra
-Como esclava,- la muerte mato a besos
y espero penitencia a la locura
convirtiendo en puñal tu mano diestra.
La Reyna Roja
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