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PIECITO
Al despertar de la niñez, perdí la pista
de Piecito, dinosaurio con nobleza,
que la retina implantó con gran belleza
en mi mundo interior como conquista.
Disfrutaba una eterna fantasía
corriendo la pradera perfumada
sin percibir la sombra despiadada
de los bichos gigantes que veía.
Evocar esos momentos da tristeza,
cambiar la candidez de aquél dibujo
por la imagen feroz del film de lujo.
Mas al cerrar los ojos, ¡qué grandeza!
aún estaba “Piecito” en el reflujo
de la mente, guardado con embrujo.
La Reyna Roja
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