MI DEUDA
Mi llegada a casa, después de un largo día, con el humor caminando por los suelos, al abrir la puerta me transformo. ¡con una rosa en la mano, está frente a mi!.
En
la mesa la cena está servida, unos pocos manjares, algo ligero.
Unas
fresas dan color al continente en una
cubitera, champaña y hielo.
Abres
con suavidad la botella, acariciando sus curvas sensuales
como
si de mi cuerpo se tratara, la miras con ojos de enamorado.
Atrapas una fresa con tu boca, que colocas en mi boca
con un beso
en
mi mano pones amante la copa, me dices... brindamos por mi, por mi regreso.
Me
propones... cierra los ojos ¡Te he preparado una noche de ilusión!
voy
a tapártelos y el mundo, girará con nosotros, a nuestro son.
Me
abrazas por detrás, con suave pañuelo negro, tapas mis ojos, yo le dejo hacer.
Vas
desnudando mi cuerpo y en cada hueco, vas dejando un beso de recuerdo. Pones
sobre mi piel un camisón de raso negro que has comprado para esta ocasión.
Agarras
mis manos, tiras de ellas, hasta dejarme de pie en la bañera,
el
agua caliente me estremece y a mi nariz llega un suave aroma a rosas.
Desprendo
de mis ojos el pañuelo y el espectáculo me deja silenciosa.
Una
nube de pétalos de rosas cubren la superficie, entre la espuma cientos de velas
alumbran el recinto, sombras fantasmales
caen en la bañera. Sobre mi cabeza el agua tibia moja mi camisón, lo pega al
cuerpo
tu
cara ya es la imagen del deseo, entras conmigo a calmar tu anhelo.
Comienzas
a templar con las caricias, sigues sobre mi cuerpo palpitante
y
con tu sabio besar apasionado, me haces desfallecer entre las rocas.
Nuestros
cuerpos nadan al compas, de la música que suena en mis oídos,
de
amor a punto de morir y del gozo que ha inundado los sentidos.
Esta
es nuestra noche en el recuerdo, no quites el tapón de la bañera,
cenamos
con el susurro de la música, sólo ha sido el comienzo, la noche espera.
Espera
nuestros años ya pasados, en los que la rutina acampaba en el camino, espera
poder decirte entre sollozos, lo corto que contigo fue el camino.
Es
la noche divina que te debo, por estar en la distancia algo perdido, es la
noche divina que me debes, por dejar que la rutina, siguiera su camino.
Nuestra
noche, por se aniversario de las horas que pasamos alejados, de los días que no
supimos vernos y del tiempo que nos queda por amarnos.
La
Reyna Roja.
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